"¡Alabado sea el Señor!"

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Un predicador entrenó a su caballo para andar cuando decía: "¡Alabado sea el Señor"
y para detenerse al decir "Amén"
El predicador subió al caballo y dijo: "¡Alabado sea el Señor" y se fue a dar un paseo.
Cuando él predicador quizo detenerse a almorzar, dijo: "Amén."
Para partir de allí dijo de nuevo: "Alabado sea el Señor"
Entonces el caballo empezó a ir hacia el borde de un precipicio. El predicador asustado comenzo a gritar: "Ooh" Ooh!
Entonces se acordó y dijo: "Amén" y el caballo se detuvo en el borde del acantilado.
El predicador se sintió tan aliviado y agradecido que levantó la vista al cielo y dijo: "¡Alabado sea el Señor!"

Wha, Wha, Wha

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